Nos trae y nos lleva de manera cómoda por las carreteras y nos permite disfrutar de un ratito de paz y sosiego mientras recorremos los trayectos habituales de casa al trabajo, del trabajo a casa, cuando hacemos recados o incluso en los largos viajes de las vacaciones. Tan solo una tonelada de metal, plástico y cristal que a veces supone casi una segunda vivienda, teniendo en cuenta la cantidad de horas que, a lo largo del año, acabamos pasando en su interior. Y no es hasta que se estropea y debemos prescindir un tiempo de él, cuando realmente lo valoramos y echamos de menos la comodidad de tenerlo siempre disponible. Bienvenidos a “Con nombre de… Coche”.
